En el siglo X, el monje Hucbald (840-930) tuvo la idea de dibujar unas líneas horizontales paralelas que correspondían cada una a una entonación diferente.
Guido De Arezzo (995-1050), que después de sufrir en su infancia los problemas del aprendizaje, ideó un sistema de siete nombres cantables (correspondientes a las primeras sílabas de un himno de Joan Baptista) y cuatro rayas donde colocaba las sílabas.
Notación cuadrada en tetragrama (a partir del s. XI). Se pone un símbolo encima de cada sílaba. Este símbolo equivale a una duración y a una altura no definida, no encontramos ningún punto de referencia, ni de salida ni de llegada.
Esta escritura ya parece más a la actual, podemos ver los símbolos del anterior un poco evolucionados en forma de puntos y de rombos (“punctums») y escritos en unas líneas (cuatro) que configuran el tetragrama. Este fue el invento de Guido d’Arezzo. Fíjate que encima de la primera línea, al principio hay un símbolo que equivaldría a la clave. También es interesante que sepas que la quinta línea del pentagrama no aparece hasta el s. XIV.
El nombre de las notas musicales tiene su origen en un himno en San Juan
En concreto en la primera sílaba de cada verso. Posteriormente la nota Ut, se transformó en nuestro Do.
Actualmente también se usan las letras A,B,C,D,E,F,G para designar las notas musicales. La letra A corresponde al La, y la letra G a la nota Solo. A partir de aquí, los símbolos se repiten y corresponden a las mismas notas una octava más alta.